¡Que hablen las Cabañuelas!
El estuvo día soleado con temperatura moderada. En sus extremos, el cielo mostraba algunas nubes blancuzcas que se movían perezosamente estimuladas por la brisa casi imperceptible que aportaba a refrescar la tarde en el valle, pero en la tarde el cielo se fue tiñendo de gris, dando buenas nuevas al campesino, convencido que en este año tendrán buenos tiempos de para las cosechas.
Durante todo el día estuvo atento al cielo, los vientos, las nubes, los astros, el amanecer y el atardecer, la temperatura e incluso su temperamento, porque está convencido que todos esos aspectos dan señales de lo que ocurrirá durante el año no solo en materia ambiental sino en la vida misma.
“Mire por ejemplo esta mañana –dijo Juan Sierra, primero de enero- hay sol, pero también hay nubes y está fresco, eso quiere decir que durante el mes el clima se portará bien”, vaticinó campesino de 46 años, quien desde que tiene memoria se ha guiado por las Cabañuelas para programar sus siembras y según asegura, nunca le han echado mentira porque al contrario lo han ayudado a sacar prósperas cosechas de maíz y yuca en las faldas de la Sierra Nevada.
La tradición la heredó de su padre, un agricultor rancio que aprendió los secretos de la tierra a partir de la lectura de los pronósticos de comienzo de año para interrelacionarlos con sus intuiciones personales y planear sus tareas.
Tradición de arraigo popular que no tiene asidero científico (aunque el Instituto Aragonés de Antropología, hizo un seguimiento los años 2002 y 2003, al cabo de los cuales afirmó que las cabañuelas de esos dos años fueron certeras, sin encontrarles explicación alguna) y que se refiere a la observación detallada de las condiciones climáticas que se presentan en el mes de enero para, con base a ello, hacer la correlación con los siguientes meses del año y la consabida predicción climatológica.
El estado del tiempo de la mañana y la tarde de cada día de la cabañuela notifica sobre el tiempo atmosférico que predominará la primera y segunda quincena de cada mes.
Existe otra cara de esta creencia popular, consultada por muchos, pero desechada por otros, que son las contracabañuelas o cabañuelas de vuelta, según la cual, al llegar al día doce del año, las cabañuelas se devuelven de modo que el día trece corresponde de nuevo al mes de diciembre, el 14 al noviembre hasta terminar los 12 meses. Para los creyentes, este ‘regreso’ es el que determina el tiempo de la segunda quincena de los meses.
Pero las cabañuelas no se limitan solo al comportamiento del clima durante el mes de enero, muchos labriegos solían predecir el clima del año a partir de granos de sal que disponen en forma secuencial inmediatamente después de recibir el año nuevo, al amanecer observan los granos y el que esté húmedo, les da la señal de que el mes correspondiente a ese número será de lluvias.
“Eso era verídico, no fallaba”, afirma Tomás Mieles, quien ya se alejó de las prácticas agrícolas, pero advierte que no es buen augurio que llueva en los días de las cabañuelas porque éstas se ‘derraman’ y el correspondiente mes, que debería ser de lluvias, se vuelve seco y en ocasiones llega cargado de desgracias.
Supersticiones para muchos, pero una realidad para millones de personas no solo en el contexto del Caribe colombiano, sino en todo el universo, donde los destinos de los agricultores son regidos por estas predicciones. En Norteamérica, Europa, Asia y otros rincones del planeta, se manifiesta esta creencia, con variaciones de forma, pero que en últimas cuentas tiene como fondo la predicción meteorológica.
En Babilonia, las descifraban observando los halos alrededor del sol o de la luna durante 12 días, que les anunciaban las posibilidades de lluvia a corto o largo plazo. Existen registros también en la cultura judía que durante la Fiesta de los tabernáculos pronosticaba la cantidad de lluvias para el siguiente año y en India hacían los pronósticos durante doce días en la mitad del invierno.
Existen regiones que han enriquecido su creencia con la observación del comportamiento de plantas y animales; por ejemplo, si las golondrinas hacen vuelos bajos, anuncian tormentas y existen almanaques elaborados con base en los cambios de la luna, que aconsejan sobre las mejores épocas no solo para sembrar, sino para cortarse el cabello, entre otros.
Luis Rico, un técnico electricista, asegura que las cosas van más allá de una simple adivinación marcada por el inicio de año; a su juicio, se trata de un misterio del número 12 con relaciones bíblicos.
“Tiene el significado de los meses del año, pero habla de los 12 apóstoles, cada mes es un apóstol; el día tiene 12 horas, la noche tiene 12 horas, el año tiene 12 meses; es una relación de la creación de nuestra vida que hay que saber interpretar”.
Así se lo enseñó su padre, Manuel Rico, a quien las cabañuelas le funcionaron para labrar la tierra y era una realidad para el campesino.
Pero a medida que van cambiando los tiempos, también lo va haciendo el clima y con él, la arraigada creencia popular. “Eso se cumplía, pero ya no porque ahora todo se transformó, es diferente, es la evolución del tiempo, el planeta funciona de manera distinta ahora”, señala Rico, justificando su incredulidad en “el descumbre que ha habido en las riberas y en los cerros, la atmósfera ha cambiado y hace que las cosas sean diferentes”.
Los cambios climáticos son confirmados por expertos en temas agrícolas, quienes explican que las etapas de lluvia ya no son iguales: En el Caribe, por ejemplo, los trabajadores del campo contaban con seguridad con dos temporadas de lluvia y conocían ‘al dedillo’ los pronósticos: abril y mayo eran de lluvias, luego se metía el ‘Veranillo de San Juan’ hasta agosto, a finales del cual comenzaban de nuevo las lluvias que se intensificaban en septiembre; ahora cualquier cosa puede pasar, al punto que los más afamados metereólogos han fallado en sus pronósticos climáticos.
Estos cambios obedecen, según los expertos, a las malas prácticas agropecuarias que han causado devastaciones a las vegetaciones y los suelos, pero lo cual viene de la mano de las grandes transformaciones del clima del planeta.
No obstante, miles de gentes siguen hoy día interpretando las cabañuelas, convencidos que a medida que cambian los tiempos, también lo hace la naturaleza para hacer avisos certeros, lo que hace pensar que la tradición de las cabañuelas será perpetua.
También en el comportamiento
Mal augurio es coger rabia durante los primeros 12 días del año, es por eso que cada vez que Ariadna estuvo frente a una situación exasperante, respiro profundo y se obliga a mantener la calma, convencida que de ese modo conjuraría los meses de nubarrones en su vida durante el año. “¡Claro, por supuesto que eso se refleja!” es lo que responde cada vez que se le pregunta al respecto. “Las cabañuelas aplican para todo, en el amor, el dinero, el aspecto laboral, familiar, en todo”.
Siendo así, pasados los doce primeros días del año, cada creyente de esta tradición podrá presagiar lo que ocurrirá en su vida durante este año.