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José Atuesta Mindiola

Mariangola, mi bella tierra sonora


Imagen suministrada por José Atuesta Mindiola, de su archivo personal.

Mariangola, mi bella tierra sonora

I Los tambores de la aurora son los espejos del día donde el sol es sinfonía en el color de la flora. Mi bella tierra sonora eres agua de mi fe porque en ti yo comencé a beber la poesía, mientras mi padre escribía versos al Cerro Lavé.

II Cerro gigante famoso a quien mi padre cantó y en sus versos bautizó como celeste coloso; de cuerpo verde rocoso, cerro madre de la fuente del río que dice presente cuando pasa por aquí, hasta baila el colibrí en su murmullo ferviente.

III Mariangola de mi sueño alborada en melodía, te recuerdo tierra mía como si yo fuera el dueño: de la luna y el ensueño de tu noche silenciosa, en ti tierra primorosa escuché por vez primera, los silbos de primavera entre el clavel y la rosa.

IV Mariangola en tu sabana brilla el sol en el rocío y el viento fresco del río con su verdor engalana. Los cantos de la mañana: turpiales y ruiseñores en romances de fulgores y sutil delicadeza le roban a la cereza el perfume de sus flores.

V Cuando yo piso tu suelo un aroma de floresta me llena el alma de fiesta y como un pájaro vuelo: Por el azul de tu cielo así recorro en la altura, mi niñez y la premura de aquellas primeras letras que mi madre la maestra me enseñaba con ternura.

VI Mi bella tierra sonora, vivo rodeado de amigos y Dios está de testigo de lo que te digo ahora: me regalaste la aurora y los meleros de abril, a mis noches el candil que ilumina con esmero, todas las cosas que quiero, Mariangola mi redil.

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