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Juan Rincón Vanegas

A Rafael Orozco lo marcó la canción ‘Cariñito de mi vida’


El cantante Rafael Orozco comenzó su exitosa carrera musical junto al acordeonero Emilio Oviedo . Foto Cortesía.

Corrían los días finales del mes de octubre de 1974 cuando Rafael José Orozco Maestre, apareció en un concurso de voces realizado en la semana cultural del Colegio Nacional Loperena de Valledupar.


Esa vez ganó y se tomó la mayor confianza para emprender su carrera musical al lado del acordeonero Luciano Poveda, con quien se presentó en distintos pueblos de la geografía costeña.


El primero de ellos fue en el corregimiento de Sempegua, municipio de Chimichagua, donde lo contrató Andrés Lobo, el dueño de la caseta ‘El trasmallo’, y dueño del picot más grande de la región, quien supo de Rafael Orozco a través de un amigo de Valledupar.


Al ser contratado, el grupo viajó seis horas en un bus de Cootracegua hasta llegar a Chimichagua, donde tomaron un ‘Johnson’ para cruzar la inmensa ciénaga de Zapatosa, y llegar al pueblo de pescadores en horas de la tarde.


Rafael Orozco luego de recibir la bienvenida y a pesar del cansancio del viaje, tomó la vocería convocando un partido de fútbol que concluyó en una pequeña discusión por un supuesto penal que no pitó el árbitro Cianci Hernández Méndez, quien pasado el tiempo afirmó que no hubo falta a pesar del reclamo airado del cantante. “Vea, si esa tarde hubiera expulsado a Rafael Orozco, hoy fuera famoso”.


Anécdota de la dormida


El sábado siete de diciembre de 1974 la caseta ‘El trasmallo’ poco se llenó y únicamente alcanzó para pagar la agrupación vallenata. Después de la presentación, a los integrantes del conjunto les tocó dormir en esteras de palma, pero el cantante no estaba acostumbrado a eso.

Natividad Segovia Pacheco, recordada matrona de Sempegua, Cesar. Foto Cortesía.

Debido al calor Rafael Orozco optó por acostarse en una mesa de buchacara que había en la caseta. Allí amaneció, y cuando la señora Natividad Segovia Pacheco, quien pasaba por el lugar lo observó acostado en esa mesa de juego, se preguntó: ¿Y ese es el cantante?


Lo que la vieja ‘Nati’, como se le conocía en el pueblo, nunca pensó era que el joven cantante quien había debutado en su amado pueblo, con el paso de los años se convertiría en ídolo, ese que pasó por el Madison Square Garden de Nueva York, el mismo que regaló emociones a sus miles de seguidores y todavía a pesar de su partida hace 30 años, se escucha cantar ‘Cariñito de mi vida’ hasta llegar a ‘Solo para ti’.


La primera grabación


El primer peldaño importante de Rafael Orozco fue grabar en 1975 su primera producción musical titulada ‘Adelante’ al lado del acordeonero Emilio Oviedo Corrales, quien al respecto anotó “A Rafael lo conocí por casualidad en Aguachica, donde había ido con el gobernador del Cesar de ese entonces Manuel Germán Cuello, a la inauguración de unas obras y como es natural se formó la parranda. En el camino me la pasé tocando, cantando y como era una carretera muy mala, llegué afectado de la garganta, debido a la polvareda”.


Siguió trayendo los recuerdos a su memoria y anotó. “En esos días se llevaba a cabo una feria en esa población del sur del Cesar, y estando en la parranda se apareció Rafael Orozco, un muchacho delgado y cabellón. Él me dijo que me ayudaba a cantar. Acepté y de salida quedé sorprendido con su voz. Me gustó el estilo, su afinación, su brillo y que tenía unas caídas bien suaves y llamativas”.


El maestro Oviedo manifiesta que esa vez la primera canción que cantó fue ‘El trovador ambulante’ que estaba de moda y que habían grabado los hermanos Zuleta en 1973. Enseguida lo contactó y Rafael Orozco le comentó que andaba con el acordeonero Julio de la Ossa, pero no tenía ningún compromiso.


De esa manera comenzó el proceso de lo que sería su primera grabación para el sello Codiscos donde aparecieron las siguientes canciones: ‘Cariñito de mi vida’ (Diomedes Díaz), ‘El fiel amigo’ (Víctor Camarillo), ‘La Chimichagüera’ (Náfer Durán), ‘El conquistador’ (Álvaro Cabas), ‘Verdes jardines’ (Jaime Daza Molina), ‘Adelante’ (Leandro Díaz), ‘Costumbres regionales’ (Luciano Gullo Fragoso), ‘Recuerdos de mi abuelo’ (Carlos Araújo Cuello), ‘Mi orgullo’ (Fabio Zuleta Díaz), ‘El hombre mujeriego’ (Sergio Moya Molina) y ‘Mi mejor amigo’ (Tomás Alfonso ‘Poncho’ Zuleta).


No fue fácil llegar a ese momento de la grabación donde sobresalió la canción ‘Cariñito de mi vida’, de la autoría de Diomedes Díaz, donde se le bautizó como ‘El Cacique de La Junta’.


“Lograr grabar en la ciudad de Medellín con Rafael Orozco fue sumamente difícil porque en el vallenato primaban las voces fuertes y él tenía una voz suave, melódica, bien definida. Pocos en esa ocasión creyeron, pero me la jugué y el tiempo me otorgó la razón porque se truncó aquello de que el vallenato debía solamente interpretarse con voces robustas, caso Jorge Oñate o ‘Poncho’ Zuleta”, expresó Emilio Oviedo, quien grabó una segunda producción con Rafael Orozco, titulada ‘Con sentimiento’ hasta que de común acuerdo se separaron.


En ese momento Rafael Orozco entró a conformar con el acordeonero Israel Romero la agrupación Binomio de Oro, la cual le entregó los más grandes éxitos en su carrera artística.


Finalmente Emilio Oviedo se aventuró a decir. “Con ese éxito y disciplina musical que tenía Rafael Orozco, en este momento fuera el mejor porque el vallenato ahora corre de acuerdo al estilo que lo identificó, y que lo tenía en el lugar de honor con que se despidió de la vida”.


El recuerdo de Rafael Orozco


Tierra de Chimichagua

le digo a mis amigos

que no la puedo olvidar.


Cómo olvidar a Rafael Orozco, si a través de la canción de Náfer Durán, le dijo al mundo vallenato que la mujer Chimichagüera, enguayaba aquel que no la conoce, que es agradable como la brisa de un siete de diciembre y su calidez humana no tiene límites.


Precisamente Náfer Durán indicó que Rafael Orozco fue el fenómeno del momento, porque aunque no tenía un “vozarrón” se pegó. “Lástima que lo mataron, porque hoy estuviera en los primeros lugares, debido a su estilo comercial que ahora más llama la atención”.


En Sempegua, el pueblo de pescadores donde una atarraya es la reina, no lo olvidan porque desde allí comenzó a escribirse su historia musical, esa que truncaron para adelantarle la inmortalidad…

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