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  • Juan Rincón Vanegas @juanrinconv

¡Carajo Náfer... ¿y no vas a aguantar los 90 años?!


Náfer Durán, con su compañero fiel: el acordeón. Foto Mariatuth Mosquera.

Todo comenzó el domingo nueve de octubre en horas de la mañana cuando el Rey Vallenato Náfer Santiago Durán Díaz, asistía a misa en la iglesia San Marcos de El Paso, su tierra, donde sufrió una descompensación en su organismo y tuvo que ser llevado al hospital Hernando Quintero Blanco. En un abrir y cerrar de ojos en el pueblo se regó la noticia sobre que le había dado un ‘Yeyo’; es decir, un desmayo.


Al llegar el juglar al centro asistencial fue recibido en la puerta de urgencias por el celador Antonio Madrid Guevara, conocido como ‘Gara-Gara’, quien, al ingresarlo en la silla de ruedas, le dijo: Carajo Náfer y no vas a aguantar los 90 años? Mira que te estamos preparando una fiesta en grande”. Ante la pregunta el legendario acordeonero no expresó nada.


Pasadas las horas y ya un poco recuperado la decisión fue trasladarlo hasta Valledupar donde el cardiólogo Oscar Gutiérrez de Piñeres, le detectó una deficiencia cardíaca. Posteriormente fue ingresado a la Clínica Cardiovascular para implantarle un marcapaso.


Naferito de manera pausada contó el suceso. “Me puse bastante mal. Cosa fea esa, pero gracias a Dios logré recuperarme. Después decidieron curucutearme el corazón y ponerme un aparato llamado marcapasos que me ha salido bueno”.


Pausadamente continuó diciendo. “Le digo algo, la cardióloga Cecilia Pérez Mejía, quien me operó, antes de todo me pidió que le cantara mi obra ‘La chimichaguera’, porque ella nació en esa tierra que nunca puedo olvidar. La complací y fue bonito”. Cuando la nostalgia estaba tocando los puntos cardinales de su sentimiento guardó silencio. No era para menos, al recordar a Bernarda Cervantes, la protagonista de la canción con quien tuvo un hijo.


Al regresar expresó que la solidaridad y el cariño han sido grandes. “Eso no hay como pagarlo. Por todo le doy gracias a Dios por ser tan bueno conmigo. Estoy en las manos del que todo lo puede y me permite seguir en este mundo”.


El Rey Vallenato está tranquilo y más quieto que nunca sin derecho a emprender esas largas caminatas por los alrededores de Altos de Garupal en Valledupar, aduciendo el constante encierro en su casa a la que llama “caja de fosforo”. De igual manera, surgió el verso de la canción ‘Sin ti’ que le dedicó a su eterno amor Rosibel Escorcia, cuando le manifestó que al no tenerla cerca su corazón se desesperaba. Ahora la tiene a su lado contando esos episodios que lo han marcado por siempre.


La historia de Náfer Durán se fija en cantos donde el amor flotó vestido de mujer y él lo adornó con las notas de su acordeón, preferiblemente en tono menor. En su serie de canciones se le movió el corazón de manera diferente poniéndole coraza o teniéndolo abierto de acuerdo al transcurrir del tiempo como hombre parrandero.


De un momento a otro al tocarle esos relatos cantados sonrió porque volvió a sentir cuando su corazón cayó en las manos del amor perfumándole hasta su alma. Enseguida añadió muy convencido. “Esas son memorias lejanas que marcaron mi corazón teniendo la virtud de ponerle letra y música”. Claro, muy convencido como el cronista puede decir: “Mi corazón con tu calor se dispara y en tus brazos se desviste haciendo la más bella ronda en la cabeza”.

Náfer Durán y Rosibel Escorcia tienen una historía de amor que nació cuando tenían 20 años y que hoy se enmarca en un retrato - Foto Juan Rincón Vanegas

En esa cadena de recuerdos regresó a hablar de Rosibel, quien por 65 años ha estado a su lado en medio de tristezas y alegrías. De inmediato anota. “Rosibel, mi esposa, nació en Chiriguaná. A sus 20 años se me atravesó en el corazón y comenzamos a vivir. Le hice solamente esa canción, pero le regalé 12 hijos que han sido la mayor felicidad de nuestras vidas”. Abrió sus ojos y le estaban brillando porque había relatado la epopeya de esos amores legendarios que ni el tiempo ha podido derrotar. Bella añoranza que abonó los recuerdos.


Después de decir esas palabras señaló que desde hace algún tiempo está en contacto directo con Dios y sus cantos ahora los dedica al Altísimo. Se le pidió que cantara uno a capela y lo hizo.


Eres mi Dios bondadoso y alabado

en el mundo no tienes comparación,

mi Dios bendito no mires mi pecado

para que así me concedas el perdón.


Al terminar de cantar habló con la sinceridad que lo caracteriza. “Yo estoy por encima del bien y del mal. Soy el Rey Vallenato con mayor edad y como buen soldado he prestado el más grande servicio a este amado folclor que vive conmigo”.


Dios el salvador

El Rey Vallenato Náfer Durán Díaz. en plena recuperación luego de la implantación de un marcapasos - Foto Juan Rincón Vanegas

Al maestro Náfer Durán, ahora con otro semblante se le volvió a formular la pregunta del celador Antonio Madrid ‘Gara-Gara’. Esta vez sonrió y respondió. “Todo está en las manos de Dios quien nos marca el camino y es nuestro salvador. Mi deseo es cumplirlos y hasta más, pero que se haga su voluntad”.


Se quedó sentado pensando que sin duda su corazón está dando las palpitaciones precisas, pendiente cuando se lo indiquen de ponerse el acordeón al pecho para darle oficio a sus dedos y cabalguen por el teclado de ese instrumento bendito que ha sido el mejor alimento para su alma. “Por ahora me toca dejar el acordeón quieto, pero quiero interpretar el merengue ‘La fiera’ y la puya, ‘La Navidad’ que están inéditos”, aseveró.


Ya casi llega el 26 de diciembre cuando el hijo de Náfer Donato Durán Mojica y Juana Francisca Díaz Villarreal, cumplirá 90 años, entonces la estimación y el respeto florecerán para el hombre lleno de dulzura musical quien se coronó Rey Vallenato en el año 1976 y acompañó por primera vez en la grabación a un grande del canto vallenato: Diomedes Díaz.


Así es Náfer, a quien su mayor deseo es regresar a El Paso, Cesar, donde quiere seguir recorriendo el circuito único y natural donde reposan plácidamente sus vivencias. También para esperar el día de su cumpleaños, fecha sagrada donde el sonido de un acordeón se escuchará por todas partes y sus paisanos le expresaran las más bellas palabras de cariño y admiración.


Ese es el negro Durán, el que llaman Naferito, el mismo que cuando se lleva su inseparable acordeón al pecho le parece un juguete. En esa misma línea, aparece la frase que lo enmarca en toda su grandeza. “Gracias a Dios y a la vida que me ha dado tanto. Una familia buena, un folclor maravilloso y una tierra que amo”.


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