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Mary Mosquera @MaryMosquera1

Omar Geles y el triste adiós a un corazón repleto de ternura

Omar Geles Suárez. Foto Cortesía.

Los amigos, familiares, colegas y seguidores en todo el planeta tierra que conocieron a Omar Antonio Geles Suárez, con certeza y autoridad pueden confirmar que, en este hombre de piel negra, 1.67 metros de estatura, sonrisa siempre a flor de piel y un corazón repleto de ternura, vivía un artista integral; un ser humano extraordinariamente excepcional, fuera de toda regla natural que encasilla a la persona en ‘seres comunes y corrientes’ determinados por su entorno. La condición de un ser humano único e irrepetible cobró mucha relevancia en el Omar que se fue, poseedor de unas condiciones particulares.


No existe memoria de si su alma alguna vez se resintió por algo o con alguien, porque no era evidente esa condición en él. Su vivir fue naturalmente limpio, abrazando a los que amaba, profesando bienestar con el “Dios te bendiga” que siempre salía de sus labios. Era en vano escarbar más allá de su presencia o pensar diferente a lo que manifestaba; sus sentimientos de pasión por lo que hacía o amor por los suyos no tenían cuando cambiar estaban bien cimentados y sujetados con un cinturón divino llamado amor.


Omar el artista


Sus inicios en la música fueron tan publicitados como su vida misma, con una canción de su autoría que se convirtió en himno universal, estrofa por estrofa narró ‘los caminos de la vida’ que le tocó recorrer abrazado a su “ViejaHilda” y demás hermanos. En un árbol fructífero convirtió el don que Dios le dio y lo ramificó, cada rama con cosecha eterna. Omar era una fábrica para hacer canciones, en algunas letras narraba vivencias, en otras, amores, desamores, cotidianidad, temas de actualidad; por lo menos el 90% de sus más de 1000 obras son poemas con bonitas melodías. Omar estaba a otro nivel para componer. Todo lo convertía en éxito.


Omar Geles Suárez. Foto Cortesía.

Las cuatro coronas como rey que recibió en el Festival de la Leyenda Vallenata fueron muestra de su profesionalismo para ejecutar el acordeón. Cuando tenía seis años fue rey del certamen en la categoría infantil en 1973; en 1985 se realizaba una categoría denominada semiprofesional que también la ganó Geles Suarez; en 1987 se realiza la primera versión de rey de reyes del Festival Vallenato, versión en la que también se coronó Omar en la misma categoría de dos años anterior semiprofesional y en 1989 fue el rey vallenato profesional.   


Luego de su productivo paso por el máximo certamen de acordeones que se realiza en Colombia y de participar en otros eventos a lo largo y ancho del territorio nacional y ciudades del extranjero, además de grandes éxitos grabados y centenares de presentaciones, Omar decidió hacer arreglos musicales y dirigir producciones suyas y de sus amigos. Fue un hombre de un millón de amigos, servicial para las carreras de sus colegas, muchos artistas de las viejas y nuevas generaciones le deben gratitud por sus comienzos o éxitos en sus carreras musicales. Resultará imposible para los actuales artistas de música vallenata intentar olvidar a un ser inmortal como el que se fue.


Cantó, gustó y encantó: El comienzo de Omar en el canto empezó temprano, desde la etapa de serenatero, siguió con las presentaciones en casetas y durante las competencias en los festivales, donde cantaba sus canciones. Cantante: fue otro talento que logró consagrar. Cada faceta nueva que Omar Geles mostraba a sus seguidores con respecto a la música era acertada y aplaudida por su gran fanaticada.


Así escribió su historia

 

Eran los años sesenta, cuando el hogar conformado por Roberto Geles Palomino, su esposa Hilda Suárez Castilla y sus hijos, decidió abandonar su tierra natal, municipio de Mahates en el departamento de Bolívar y trasladarse al departamento del Cesar en busca de una mejor calidad de vida. Por esa época, muchas personas migraban de otras ciudades del país y llegaban a recolectar algodón a pueblos cesarenses, se encontraba la región inmersa en una bonanza algodonera que requería mucha mano de obra para recolectar algodón.  

 

Establecida la familia Geles Suarez en el barrio 12 de octubre de Valledupar, recibieron la ‘’visita de la cigüeña, un 15 de febrero del año 1967; ese día nació el niño que escribió los apellidos de la familia en las enciclopedias sagradas de las glorias de la música vallenata, pese a las vicisitudes que se avecinaban.

 

Pasados tres o cuatro años, ese niño de nombre Omar Antonio empezó, empíricamente, a sacarle nota a un acordeón que su papá le había regalado a su hermano Juan Manuel. Aun lastimado por el dolor que le ocasionó el abandono de su padre, se esmeró por ser el soporte que su madre necesitaba para no desfallecer. Omar empezó a hacer presencia en eventos folclóricos, parrandas, carnavales y festivales; en uno de estos, se cruzó con otro muchacho bueno y noble: Miguel Morales y empezó la carrera profesional de ambos jóvenes apasionados por el folclor.


Omar Geles Suárez con Miguel Morales. Foto Cortesía.

El profesionalismo en la música le despertó la pasión por la composición y dejó que brotara su inspiración para escribirle bonito al amor. En al año 1991 cerró el ciclo con Miguel Morales y, a la ya conformada agrupación ‘Los Diablitos’ continuó con la voz de Jesús Manuel Estrada; un par de años después Omar invitó a la agrupación a Alexander Manga; pasados unos años de cosechar éxitos al lado de Manga, decidió cambiar la razón social de la agrupación y pasó a llamarla ‘La Gente de Omar Geles’ e incluyó otro acordeonero y otro cantante, para oxigenar los horizontes al combinar ese vallenato consagrado con nuevas generaciones. A un llamado de los productores de la serie de televisión que rindió honor a otro grande del folclor Rafael Escalona, Omar respondió con un sí que le permitió dejar otra estela de luz por la pantalla chica; allí personificó al acordeonero Simón Salas quien permanecía al lado de la legendaria ‘Vieja Sara’, matrona representativa de la población El Plan, municipio de La Jagua del Pilar – La Guajira, y ampliamente mencionada en cantos vallenatos. La exitosa serie fue producida por Sergio Cabrera y protagonizada por Carlos Vives.

 

Omar Antonio Geles Suárez falleció este 21 de mayo, cuál barco, ‘encallado’ en la cima del éxito, después de 57 años bien vividos, sin prisa y recibiendo amor de los suyos; contempló el ocaso de muchos anocheceres entre estrellas, lluvias y amaneceres, abrazados por la inmensidad del sol caribe. Su partida dejó un inmenso cráter en el ecosistema cultura universal y un infinito verano por la extinción de su inspiración. Su legado perdurará en la memoria colectiva de tantos que acudieron a darle el último adiós, atizando con llanto, gritos y cantos la euforia para que fuera recibido en gloria, armonizado con el firmamento y los sonidos de los acordeones. 

 

Aunque vendrán homenajes, la cultura quedó con la deuda

 

En vida hermano, en vida”, arrastro esta frase del poema de Ana María Rabatté a este escrito, para poner de presente lo valioso que es cuando se les hace un reconocimiento en vida, cuando se manifiesta cariño profundo y la persona merecedora de esa expresión la puede recibir para alimentar su alma. “Llena de amor los corazones en vida hermano, en vida”, continúa el poema. Omar Geles fue un hombre germinado en las entrañas del folclor vallenato, le faltó honra de la institucionalidad, de la nación y de todos aquellos portadores culturales que se alimentaron con su talento y que extrajeron del ecosistema sus aportes para hacerse grandes.

 

Luego de su partida, se han escuchado anuncios que vendrán homenajes para exaltar su vida, obra y lo valioso de su aporte al folclor, que, aunque es válida la intensión, llegan extemporáneos. Hace poco más de un año, la gobernación del Cesar develó una escultura en cera que estará en el museo de los artistas del Centro Cultural de la Música Vallenata, obra que se encuentra en ejecución hace tres años.  

 

La tarea, en adelante, es para la nueva generación del mundo del vallenato que hoy, con marcadas de dolor amargo por la partida de un fiel aportante a su riqueza, le corresponde continuar con el legado calcado en piel como reminiscencia de Omar Geles Suarez, pues la incidencia del fallecido artista está presente en las carreras de los nuevos artistas y difícilmente el tiempo podrá conjurar ese sufrimiento. Las composiciones, al igual que las notas de su acordeón quedarán esparcidas a cielo abierto y sin restricciones. 


Así lo conocí


Debo manifestar que demoré tres días haciendo este escrito. El dolor me desgarraba el alma cuando retomaba y me impedía avanzar. A Omar el artista, lo conocí en Medellín, grababa él en la disquera Codiscos, hacía yo radio en ‘La Voz de las Américas’, dos posiciones complementarias y necesarias la una de la otra; una de esas noches, en una emisión del programa ‘Nocturnal Vallenato’ a los estudios de la emisora llegó un grupo de jóvenes muy disciplinados e inquietos por hacer música bonita, ansiosos por dejar su huella en el hall de la fama y alimentar el folclor vallenato. Eran Omar Geles y Miguel Morales, acompañados de otros integrantes de la agrupación ‘Los Diablitos’, ambos con unos talentos estremecedores.   

 

La comunidad antioqueña, oyente del especial vallenato que hacía en una franja avanzada de las noches, entre los lunes y los viernes; admiradores de la música del valle del Cacique Upar, había bailado hasta la saciedad con ‘Los Diablitos’ en conciertos en la ciudad y eran oyentes asiduos de ‘las Mosquera’, nombre que utilizaban para referirse a mi hermana – María Ruth- y a mí cuando incursionamos en la radio en Medellín. Minutos después de escuchar el saludo de los artistas en la emisora, en el pórtico de salida se aglomeró una cantidad de oyentes para esperar la salida de los artistas para saludarles, tomarse fotografías y pedirles autógrafos.


Ellos, Omar y Migue, complacientes con sus seguidores y embebidos en los misterios de la música, se fundieron en ese ambiente de admiración, cariño y sonrisas recíprocas. Fue un momento sublime con diferentes tonos emocionales, muchos abrazos, sonrisas y lágrimas de felicidad. Mientras que el rostro de los ‘Diablitos’, representados en dos seres humanos humildemente encantadores se calcaba una gratitud infinita por tanto cariño, los estudios de la casa disquera, donde los artistas grababan y el hotel donde estaban alojados, se convirtieron en los nuevos puntos de encuentro entre músicos y fanaticada.


Volvimos a vernos en Valledupar. Comenzaba el mes de agosto del año 2000, un encuentro casual y me dijo “Mija, ¿qué está haciendo? necesito una jefe de prensa para la agrupación”. Sin pensarlo le dije sí. Este nuevo acercamiento fue más paternal y protector que laboral. Permanecí haciendo esa labor hasta comienzos del año 2005, ahí conocí a un gran ser humano, que respiraba nobleza por cada uno de los poros incrustado en su cuerpo, un hombre maravilloso, amable, sencillo, dadivoso, que supo brillar en cualquiera de las facetas que lo llevaron a ser un artista integral, un joven con cánones de juglar.


Omar Antonio Geles Suarez siempre se aferró a obedecer la benignidad de su alma y su corazón humilde, un hombre apto para la sociedad que nunca se fatigó de hacer el bien.


Elevo oraciones a Dios para que mantenga en gloria tu alma.        




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